La más
desbocada novela romántica de todos los tiempos
Crucita y yo es un libro
acerca de las mujeres y para las mujeres. En él se relatan la vida y aventuras
de dos hermanas, Nastasia y Crucita, hijas de una manchega ilustre, Remedios la
bella... (etc., etc., etc.). Es, por lo tanto, una novela romántica,
pero, cuidado, no es ñoña. Digo esto porque a veces se confunden estas
etiquetas y se puede llegar a pensar que novela romántica es lo mismo
que cursi, lo que no parece que sea el caso. Muy al contrario, Crucita
y yo es una novela hecha y derecha de la que nunca sabrás cómo va a
continuar, y muchísimo menos, finalizar, que según los actuales cánones es algo
que se aprecia mucho.
Crucita y yo, desde luego,
es una novela de chavalas, pero de melindrosa no tiene nada, o al menos eso
espero que parezca a los lectores. Un ejemplo: durante buena parte del libro,
Crucita tiene un perro que se llama Tutifruti y a veces habla en primera
persona, ¿por qué no?, porque un perro es tan capaz de hacerlo como cualquiera,
más en una narración novelada, en la que se supone que casi todo vale. Pues
bien, he aquí el principio de uno de sus parlamentos:
Yo, Tutifruti,
nombre puesto a mi humilde ser por mi dueña, la adorada Crucita, o Maricruz,
contaré que al amigo de Monticola, al por tantos conceptos legendario Barbarroja,
le robaron las ciento cincuenta gallinas que tenía en un gallinero unos días
antes de Navidad.
–¿Síiii...?
–Pues sí, tres
días antes de Navidad. A lo mejor fue una casualidad pero no creo, lo más
seguro es que no, ¿no te parece? Las gallinas en Navidad, vamos, unos días antes
de Navidad, valen una pasta. [...]
Otro ejemplo, este declamado
por la misma Crucita, niña rizosa, poetisa, trigueña, ojizarca..., y lo que es
más, chavala espectacular, parlanchina a más no poder y señalada por el dedo
del Cosmos, que no es cosa que se vea todos los días. Ser privilegiado, en
suma, cuyas andanzas son largas y enrevesadas, sí, muy aparatosas y teatrales,
y movidas... Esto dice esta elementa:
Palabras
acabadas en culo hay muchísimas, casi todas de cuatro sílabas, y las
principales son, báculo, cenáculo, pináculo y tabernáculo; vernáculo,
espiráculo y oráculo; o bien, espectáculo, habitáculo, tentáculo y obstáculo;
cubículo, fascículo, ridículo y vehículo; folículo, adminículo, currículo y
ventrículo; versículo, retículo, montículo y artículo; testículo; cálculo,
vínculo, pedúnculo y forúnculo; monóculo, tubérculo y opérculo; círculo,
ósculo, músculo y minúsculo; y crepúsculo, corpúsculo, grupúsculo y mayúsculo. [...]
Crucita, a quien también se
conoció como Maricruz (pero eso no se dice porque es nombre de gallina), o como
rubia, bella durmiente, niña pequeña, especie de maciza y otros muchos
adjetivos del mismo tenor, nació de unos seres que se querían; vivió a cuerpo
de rey toda su vida; se reprodujo, aunque no sin dificultades, y enfiló el
camino hacia adelante con la satisfacción del deber cumplido...
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el argumento muchísimas portadas
trozos de este libro
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